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Cada vez existen más evidencias empíricas que ponen de manifiesto una creciente disociación estructural entre los co-movimientos de los precios de las acciones de las empresas en los mercados financieros y la evolución de sus variables fundamentales.
Este entorno de formación de los precios en los mercados financieros es consecuencia del progresivo cambio en el peso relativo de las diferentes variables que determinan las decisiones de compra y venta de los activos, con cada vez más peso en decisiones no racionales, entendiendo como no racionales aquellas que no obedecen a un análisis en profundidad de las variables económicas de una empresa, su entorno y todo el contexto social, político y económico que pueda afectarle.
Esta situación en los mercados financieros, está provocando un cambio en la forma de entender la gestión de activos. La estrategia de inversión, basada únicamente en la búsqueda de un valor intrínseco de un activo superior a su precio actual en el mercado, puede resultar insuficiente para la construcción y gestión de una cartera de activos financieros. La creciente disociación estructural entre los movimientos de los precios de los activos y sus variables económicas subyacentes puede provocar que los mercados financieros no reconozcan en el tiempo y la forma esperada ese valor aún no reconocido en el precio.
Tanto en el ámbito académico como en la industria existen crecientes opiniones que corroboran está visión. El peso de la inversión racional basada en los fundamentos económicos continúa teniendo mucha influencia en los mercados. Sin embargo, quizás no resulte suficiente para que una estrategia y modelo de gestión, basado únicamente en este principio de búsqueda del valor intrínseco superior al actual precio de un activo, proporcione el confort necesario para un inversor con un horizonte temporal que no sea de largo plazo.