El error más común al crear una cartera
Uno de los errores más comunes cuando un inversor particular crea una cartera de inversión con un objetivo que no sea el de simplemente operar a corto plazo en los mercados financieros con algunos activos, es ir añadiendo activos o productos que se consideran más adecuados en cada coyuntura.
El resultado de esto es un agregado de activos y no una cartera de inversión.
En la mayoría de casos es por desconocimiento de qué es una cartera y que existe una metodología para crear una cartera de inversión. Cómo consecuencia:
- No se ha valorado adecuadamente el distinto comportamiento que tiene cada activo o producto ante distintas situaciones del mercado.
- El riesgo global de la cartera es una consecuencia y no un objetivo, ya que el riesgo global de una cartera no es igual a la suma de los riesgos individuales de cada uno de los activos que la componen.
- La diversificación es también una consecuencia o se ha realizado de forma intuitiva.
Ante este proceso bottom-up de creación de una cartera, existe una metodología que nos asegura una correcta adecuación al nivel de riesgo y un mejor perfil de rentabilidad-riesgo global de la cartera, en definitiva un proceso ordenado de toma de decisiones.
Metodología: cómo crear una cartera de inversión paso a paso
Esta metodología se inicia definiendo el nivel de riesgo global de la cartera a partir del perfil del inversor: horizonte temporal, riesgo y requerimientos de liquidez, y consta de estos tres pasos:
1. Asset Allocation
Consiste en definir la estructura de la cartera a partir de las principales clases de activos de acuerdo con el nivel de riesgo definido. Este primer paso a su vez se descompone en dos etapas:
- La primera etapa consiste en definir la composición de la cartera con las principales clases de activos cómo son Renta Fija y Renta Variable. También por ejemplo Activos Inmobiliarios, Materias Primas o incluso, si el nivel de riesgo lo permite, criptomonedas.
- La segunda etapa consiste en establecer las diferentes áreas geográficas, industrias o sectores en el caso de la renta variable y tipo de emisor, duración y calidad crediticia en el caso de la renta fija con las que se van a representar las principales clases de activos definidas anteriormente.
En este primer paso si queremos una gestión pasiva pura tenemos la opción de la cartera de mercado que consiste en comprar todos los activos del mundo (acciones, bonos de empresas y de gobiernos) en la proporción que en cada momento componen el mercado.
2. Security Selection
El segundo paso es el “Security Selection” y consiste en asignar activos concretos a cada una de las clases de activos definidos anteriormente.
En este paso decidiremos qué estilo o tipo de gestión queremos para toda nuestra cartera o para cada una o varias de las clases de activos que componen esta, pudiendo tener diferentes sub-carteras o productos con diferentes estilos de gestión en función de las características de cada clase de activos o también carteras o productos que combinen algunas clases de activos, abriéndose un abanico infinito de posibilidades y productos:
- Carteras compuestas por activos individuales cotizados en los mercados financieros con gestión discrecional realizada por un profesional o bien autogestionada.
- Fondos de Inversión tradicionales o cotizados (ETFs) de gestión activa en sus diferentes estilos: entre ellos Value Investing, Retorno Absoluto…
- Fondos de Inversión tradicionales o cotizados (ETFs) de las diferentes versiones de la gestión pasiva como por ejemplo Fondos Indexados, Factor Investing, Smart Beta…
- Fondos de Inversión o bien inversión directa en activos financieros no cotizados en los mercados. Se trata de inversiones en empresas en diferentes estadios de desarrollo de su negocio en forma de capital o deuda. Por ejemplo, una cartera compuesta por Startups en sus diferentes estadios o en empresas más consolidadas, bien a través de Fondos (Venture Capital o Private Equity) o de forma directa.
3. Últimas consideraciones sobre el riesgo
Como tercer paso y al acabar todo es proceso, sería deseable:
- Comprobar que el riesgo global de la cartera que hemos construido corresponde con el que se definió antes de iniciar el proceso de creación de la cartera, debiendo reestructurar la cartera en caso necesario. Esto suele suceder especialmente si se ha decidido sobre-ponderar un determinado sector o industria o incluso un activo en particular, o hemos utilizado varios productos mixtos en los que puede haber solapamiento de activos entre ellos.
- Mejorar el perfil de rentabilidad-riesgo global de la cartera valorando las correlaciones de los activos. Para ello utilizaremos herramientas avanzadas de optimización de carteras que nos orientaran en este trabajo.
- Siempre que incorporamos expectativas de futuro a nivel individual de activos, realizar el test del Risk Investing, que pronto estará disponible en las herramientas de inversión de nuestra web y que abordaremos con detalle en otra publicación. El Risk Investing no muestra si las expectativas concretas compensan el riesgo que se asume.
Conclusión
Crear una cartera de inversión no es un proceso intuitivo a partir de las expectativas u oportunidades que creemos que nos pueden ofrecer los mercados financieros.
Construir una cartera es un proceso ordenado de toma de decisiones que garantice estar dentro de los niveles de riesgo que se quiere y se pueden asumir, que la cartera se ha diversificado consciente y adecuadamente y que se ha construido para estar en un entorno de maximización de la rentabilidad-riesgo global.