¿Cómo estimar rentabilidades con la Beta (β)? (Parte 4/4)

La Beta de un activo o cartera nos puede servir como estadístico para tomar decisiones de inversión en función de las estimaciones de las rentabilidades que podemos esperar en función de los riesgos.

Ve al primer artículo de esta serie para descubrir más información sobre que es el coeficiente beta en finanzas.

Si los factores que han determinado las fluctuaciones del en el pasado, se vuelven a reproducir en el futuro mercado (riesgos sistemáticos), en condiciones normales del mercado, la Beta es un estadístico que nos puede ayudar a estimar también las rentabilidades teóricas esperadas para un determinado activo o cartera de activos.

Estimación de rentabilidades teóricas esperadas

Para estimar las rentabilidades esperadas de un activo o cartera mediante la Beta, vamos a utilizar dos aproximaciones metodológicas muy intuitivas y de fácil aplicación. La primera nos va a proporcionar las rentabilidades esperadas y la segunda el rango de variación de estas para un determinado escenario probabilístico:

A través del Capital Asset Pricing Model (CAPM)

La Beta nos permite estimar las rentabilidades que podemos esperar en el largo plazo para determinado activo en base a sus riesgos sistemáticos (en condiciones normales de un mercado en equilibrio). 

Para ello vamos a utilizar el CAPM (Capital Asset Pricing Model). Modelo que, por sus numerosas hipótesis asumidas en su formulación, ha sido ampliamente cuestionado. No obstante y por su simplicidad, es el modelo más utilizado en las finanzas corporativas y es, también en un muchos casos, el único modelo de estimación de rentabilidades esperadas en la gran mayoría de escuelas de negocios en las asignaturas de Finanzas Corporativas.

El modelo CAPM fue desarrollado por el Premio Nobel (1990) Sharpe y Lintner. Es un modelo que nos permite estimar de forma fácil e intuitiva cuál es la rentabilidad que podemos esperar para un activo financiero o cartera en condiciones de equilibrio en los mercados financieros.

Este modelo se basa en el principio que el mercado sólo premia vía rentabilidad, la asunción únicamente de los riesgos sistemáticos ya que considera que, al ser los riesgos únicos fácilmente eliminables mediante una adecuada diversificación, el inversor está diversificado.

La versión de la fórmula del CAPM que utilizamos para la estimación de rentabilidades a largo plazo es la siguiente:

Rentabilidad esperada de un activo financiero = (Rentabilidad de un activo financiero sin riesgo) + (la rentabilidad adicional que deberíamos exigir a ese activo por el nivel de riesgo que tiene respecto del mercado).

La lógica de la formulación es que la rentabilidad que podemos esperar para un activo con riesgo es superior a la de un activo sin riesgo y que la rentabilidad adicional que deberíamos esperar por el riesgo de ese activo es proporcional a la rentabilidad que tiene el propio mercado en su globalidad por encima de los activos sin riesgo.

Para la primera parte de la suma utilizaremos el dato que nos informe de la rentabilidad que podemos esperar para un activo financiero con el menor riesgo posible para que nos sirva de mejor estimador para el activo sin riesgo. Por ejemplo, Títulos de Deuda a corto plazo del Gobierno Alemán o Títulos de Deuda emitidos por el Tesoro de Estados Unidos (para el entorno Europeo y de Estados Unidos respectivamente).

Para la segunda parte, vamos a desglosarla para ver qué datos necesitamos:

  • La rentabilidad que deberíamos exigir a ese activo por el nivel de riesgo sistemático que tiene respecto del mercado = Beta del activo financiero x Prima de Riesgo del mercado.
  • La Prima de Riesgo de Mercado es la extra-rentabilidad histórica que tienen los mercados financieros sobre las rentabilidades históricas de los activos sin riesgo.

Para un inversor no profesional con una visión a largo plazo, es una forma fácil e intuitiva que nos permite tener una aproximación de las rentabilidades que podemos esperar de un activo financiero o una cartera (un Fondo de Inversión, por ejemplo) en función del riesgo que queremos o estamos dispuestos a asumir.

Más allá de la precisión -que nunca existe cuando pretendemos estimar rentabilidades esperadas- esta herramienta nos ayuda a tomar unas decisiones de inversión mejor fundamentadas. Este conocimiento nos permite evitar entrar en estafas o inversiones de altísimo riesgo con promesas de rentabilidades irreales.

Pongamos un ejemplo práctico, con datos elaborados a partir de series históricas. Si la Beta de un Fondo de Inversión que invierte en la bolsa de Estados Unidos y cuyo índice de referencia es el S&P 500 es 1,4. (es un 40% más volátil que el índice S&P 500):

  1. Haciendo un análisis de las rentabilidades históricas de las Letras del Tesoro americano a 3 meses (3-months US Treasury Bill) y ponderando los datos de los últimos 10 años sobre toda la serie histórica, el resultado es un 1,9% (2% aproximadamente). Este dato lo utilizaremos como mejor aproximación de la rentabilidad de un activo sin riesgo, sabiendo que puede ir variando paulatinamente conforme evolucionen los tipos de interés.
  2. La “extra-rentabilidad” histórica del S&P 500 respecto a los Bonos del Tesoro Americano a 10 años es de 4,47% (4,5% aproximadamente).
  3. La rentabilidad aproximada que podríamos esperar en un horizonte a largo plazo y en condiciones normales del mercado en equilibrio es de:

2% + (1,4 x 4,5%) = 8,3%.

A través de la volatilidad del índice de mercado

A partir de la volatilidad del índice de mercado que represente un activo o una cartera de activos (por ejemplo, un Fondo de Inversión), la Beta también nos permite estimar los rangos de rentabilidades esperadas en el largo plazo en condiciones normales con un mercado en equilibrio. 

Esta herramienta también se basa en el principio que el mercado sólo premia vía rentabilidad, la asunción únicamente de los riesgos sistemáticos, ya que se considera que los riesgos únicos son fácilmente eliminables.

Antes de nada, hemos de saber que la volatilidad nos informa de la dispersión de las rentabilidades en torno a la rentabilidad media en un año, contemplando el 68% de los casos posibles. Esto quiere decir que, si estamos interesados en utilizar la volatilidad como medida de riesgo, existen un 32% de los casos que no están contemplados en el estadístico volatilidad (un 16% para los casos positivos y un 16% para los negativos).

Si sabemos la rentabilidad media histórica del índice que representa a un activo o producto financiero (por ejemplo, un Fondo de Inversión) y su volatilidad, con la Beta del activo o producto financiero, podemos calcular la incertidumbre que lleva implícita este activo.

Por ejemplo, a partir del informe periódico de un Fondo de Inversión, sabiendo que:

  1. La Beta del Fondo de Inversión es, por ejemplo, del 0,8.
  2. Su rentabilidad media histórica es, por ejemplo, del 6,5%.
  3. La volatilidad del índice que se utiliza como referencia es, por ejemplo, del 18%.
  4. Podemos estimar que, con un 68% de probabilidad, las rentabilidades de ese fondo de inversión se podrían situar entre el -9,2 % (0,8 x (6,5% – 18%)) y el +19,6% (0,8 x (6,5% + 18%).

Serie de artículos sobre la Beta (β):

  1. ¿Qué es el coeficiente Beta en finanzas?
  2. ¿Cómo se interpreta la Beta?
  3. ¿Cómo medir los riesgos con la Beta?
  4. ¿Cómo estimar rentabilidades con la Beta? (actual)
José Luís Álvarez – CEO HollyMontt
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