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El coeficiente Beta es un estadístico que nos ayuda a entender el riesgo de mercado desde una perspectiva complementaria a la volatilidad y otras métricas que se utilizan para este propósito.
El riesgo de mercado es el riesgo asociado a las fluctuaciones que tiene un activo financiero por el hecho de estar cotizando en los mercados financieros.
Para poder entender bien que es el coeficiente Beta en finanzas, necesitamos entender primero cómo la diversificación afecta al riesgo de mercado de un activo financiero, en concreto a las acciones de las empresas.
El riesgo de mercado se divide en dos tipos principales de riesgo:
Los riesgos únicos, son los riesgos que tenemos al invertir un activo financiero específico y que están relacionados con las características particulares de ese activo.
Cuando hablamos de la acción de una empresa, serían estos riesgos que afectan únicamente a esa empresa en concreto y no tiene por qué afectar a la globalidad del resto de empresas en el mercado. Son, por poner algunos ejemplos, riesgos relacionados con la calidad de su equipo directivo, la conflictividad laboral o la localización de la empresa.
La característica que nos interesa de este tipo de riesgos es que son fácilmente reducibles con la diversificación. Empíricamente, con una adecuada diversificación a partir de 25-30 activos conseguimos reducir drásticamente los riesgos únicos en una cartera. Esta es la razón por la que la diversificación es uno de los principios fundamentales a seguir para un inversor.
Es muy frecuente encontrar carteras en inversores particulares concentradas en unos pocos activos sin una estrategia global de diversificación. Estos agregados de activos financieros se han ido construyendo durante el tiempo únicamente en función de las expectativas de rentabilidad en diferentes momentos y comporta asumir un nivel de riesgo superior al de una cartera adecuadamente diversificada.
Como veremos más adelante, asumir riesgos únicos por una cartera no diversificada, no va a ser recompensado por el mercado vía rentabilidad. Podemos, por ejemplo, utilizar las inversiones alternativas como una forma más para diversificar nuestra cartera.
Los riesgos sistemáticos, son los riesgos que afectan a las empresas por el hecho de estar en el mercado.
Los riesgos sistemáticos afectan a todas las empresas, pero no a todas por igual. El impacto de cada uno de los riesgos sistemáticos dependerá de la exposición que tenga cada empresa a cada uno de esos riesgos.
Podemos citar como ejemplos los tipos de interés de mercado, el precio de las materias primas, las recesiones económicas o los cambios en los acuerdos comerciales de las grandes potencias comerciales a nivel mundial.
La característica que nos interesa de los riesgos sistemáticos es que no se consiguen reducir con la simple diversificación (añadiendo más títulos en una cartera).
Sin embargo, a nivel global de portafolio, sí que existen herramientas que permiten reducir el riesgo de mercado por los riesgos sistemáticos y por tanto, la exposición de la cartera en su conjunto a estos tipos de riesgo. Estas herramientas son los algoritmos de optimización. Estos algoritmos analizan el distinto comportamiento que tienen entre sí los diferentes activos del mercado ante estos riesgos.
Por esta razón, agregar acciones o títulos en una cartera intentando intuitivamente diversificar, sin utilizar las métricas y algoritmos necesarios, es una estrategia que comporta tener globalmente un perfil de rentabilidad ajustada a riesgo inferior a la de una cartera optimizada.
Al igual que ocurría con los riesgos únicos, el mercado (vía rentabilidad) tampoco va a recompensar asumir más riesgo sistemático por tener una cartera no optimizada.
El coeficiente Beta, en las finanzas, es un estadístico cuyo objetivo es medir el nivel de exposición que tiene un activo financiero o un conjunto de ellos (por ejemplo, un Fondo de Inversión o una acción) únicamente a los riesgos sistemáticos.
Si con la volatilidad recogemos cómo reacciona el mercado ante todos los riesgos que tiene un determinado activo financiero; con el coeficiente Beta pretendemos recoger, solamente, cómo reacciona el mercado ante el grado de exposición que tiene un activo financiero a los riesgos sistemáticos.
A diferencia de la volatilidad, que es un estadístico cuyo objetivo es medir las fluctuaciones totales que tiene un activo financiero o un conjunto de ellos en el mercado, el objetivo de la Beta es medir las fluctuaciones de ese activo o cartera respecto del propio mercado. La Beta mide cómo fluctúa un activo respecto un índice de mercado.
El cálculo del coeficiente Beta obedece a la necesidad de saber las fluctuaciones que tiene un activo, como consecuencia de sus riesgos sistemáticos.
Tal y cómo explicamos anteriormente, los riesgos únicos o no sistemáticos son fácilmente eliminables con una adecuada diversificación. Por este motivo, se considera que no debe haber una recompensa vía rentabilidad por asumir unos riesgos que el inversor debería fácilmente eliminar. En la teoría financiera, no existe recompensa vía rentabilidad por asumir los riesgos únicos.
Las rentabilidades obtenidas, y por tanto también esperadas, son explicadas por asumir aquellos riesgos no eliminables por diversificación (riesgos sistemáticos) y que son los que se intentan medir a través de la Beta.